viernes, 26 de julio de 2013

Cuento. El anciano y el niño


 Eran un anciano y un niño que viajaban con un burro de pueblo en pueblo.
  Llegaron a una aldea caminando junto al asno y, al pasar por ella, un grupo de mozalbetes se rió de ellos, gritando:
  --¡Mirad que par de tontos! Tienen un burro y, en lugar de montarlo, van los dos andando a su lado. Por lo menos, el viejo podría subirse al burro.
  Entonces el anciano se subió al burro y prosiguieron la marcha. Llegaron a otro pueblo y, al pasar por el mismo, algunas personas se llenaron de indignación cuando vieron al viejo sobre el burro y al niño caminando al lado. Dijeron:
  --¡Parece mentira! ¡Qué desfachatez! El viejo sentado en el burro y pobre niño caminando.
  Al salir del pueblo, el anciano y el niño intercambiaron sus puestos.
Siguieron haciendo camino hasta llegar a otra aldea. Cuando las gentes los vieron, exclamaron escandalizados:
  --¡Esto es verdaderamente intolerable! ¿Habéis visto algo semejante?
El muchacho montado en el burro y el pobre anciano caminando a su lado.
—¡Qué vergüenza!
  Puestas así las cosas, el viejo y el niño compartieron el burro. El fiel jumento llevaba ahora el cuerpo de ambos sobre sus lomos. Cruzaron junto a un grupo de campesinos y éstos comenzaron a vociferar:
  --¡Sinvergüenzas! ¿Es que no tenéis corazón? ¡Vais a reventar al pobre animal!
  El anciano y el niño optaron por cargar al burro sobre sus hombros. De este modo llegaron al siguiente pueblo. La gente se apiñó alrededor de ellos. Entre las carcajadas, los pueblerinos se mofaban gritando:
  --Nunca hemos visto gente tan boba. Tienen un burro y, en lugar de montarse sobre él, lo llevan a cuestas.
!Esto sí que es bueno! ¡Qué par de tontos!
  Al salir del último pueblo pasaron por un lago de aguas tranquilas y vieron su grotesca silueta, portando al burro en brazos, y este intentando escapar de tan extraña situación, no pudieron por menos de reir a carcajadas, comprendieron que estaban solos, y que de ahora en adelante se guiarían solo por sus propias experiencias, por su intuición y su corazón, sin hacer caso de opiniones guiadas por pobres intenciones.

  Escucha únicamente la voz de tu corazón y no te distraigas con opiniones ajenas. Si escuchas atentamente a  tu Yo interior sabrás siempre discernir lo mas apropiado en cada momento, así no correrás el riesgo de perder la Realidad .

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