miércoles, 29 de enero de 2014

Cuento: El paquete de galletas.


A una estación de trenes llega una tarde, una señora muy elegante. En la
ventanilla le informan que el tren está retrasado y que tardará
aproximadamente una hora en llegar a la estación.
Un poco fastidiada, la señora va al puesto de periodicos y compra una revista,
luego pasa la tienda y compra un paquete de galletitas y una lata de refresco.
Preparada para la forzosa espera, se sienta en uno de los largos bancos del
andén. Mientras hojea la revista, un joven mal vestido, se sienta a su lado y comienza a
leer un diario. Imprevistamente la señora ve, por el rabillo del ojo, cómo el
muchacho, sin decir una palabra, estira la mano, agarra el paquete de
galletitas, lo abre y después de sacar una comienza a comérsela
despreocupadamente.
La mujer está indignada. No está dispuesta a ser grosera, pero tampoco a
hacer de cuenta que nada ha pasado; así que, con gesto ampuloso, toma el
paquete y saca una galletita que exhibe frente al joven y se la come mirándolo
fijamente.
Por toda respuesta, el joven sonríe... y toma otra galletita.
La señora gime un poco, toma una nueva galletita y, con ostensibles señales
de fastidio, se la come sosteniendo otra vez la mirada en el muchacho.
El diálogo de miradas y sonrisas continúa entre galleta y galleta. La señora
cada vez más irritada, el muchacho cada vez más divertido.
Finalmente, la señora se da cuenta de que en el paquete queda sólo la última
galletita. " No podrá ser tan caradura", piensa, y se queda como congelada
mirando alternativamente al joven y a las galletitas.
Con calma, el muchacho alarga la mano, toma la última galletita y, con mucha
suavidad, la corta exactamente por la mitad. Con su sonrisa más amorosa le
ofrece media a la señora.
- Gracias! - dice la mujer tomando con rudeza la media galletita.
- De nada - contesta el joven sonriendo angelical mientras come su mitad.
El tren llega.
Furiosa, la señora se levanta con sus cosas y sube al tren. Al arrancar, desde
el vagón ve al muchacho todavía sentado en el banco del andén y piensa: "
Insolente".

Siente la boca reseca de ira. Abre la cartera para sacar la lata de refresco y se
sorprende al encontrar, cerrado, su paquete de galletitas... ! Intacto!.


Aprender a no juzgar y a ver la Realidad con sus infinitas posibilidades es el primer paso para Crecer como personas.

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