viernes, 30 de enero de 2015

Como gestionar los enfados.

Me gustan estas lineas de Kabat Zinn. Reflejan, paso a paso, la gestión de los sentimientos de enfado que generamos en una situación  corriente. Sin embargo no será muy distinta la forma de lidiar con otros enfados, en cualquier ámbito que se desarrollen. Leerlas despacio, imaginándose en la situación, con atención plena,  pueden ser un buen ejercicio para abrir, un poco mas, nuestra conciencia.
"Detesto encontrar los platos de los gatos en el fregadero de la cocina junto a los nuestros. No se por qué esto me molesta tanto, pero me molesta. Quizá se deba al hecho de no haber tenido ninguna mascota de niño. O quizá a que pienso que constituye una amenaza para la salud pública (virus y cosas similares, vaya). Cuando decido limpiar los platos de los gatos, primero lavo los nuestros para deja despejado el fregadero y luego los de ellos. El caso es que no me gusta encontrarme los platos de los gatos en el fregadero, y cuando ocurre reacciono de inmediato.
Primero me enfado. A continuación, el enfado se vuelve más personal y lo acabo dirigiendo a quienquiera que piense que es el culpable, que suele ser Myla, mi mujer. Me siento herido porque no respeta mis sentimientos. Le he dicho en infinitas ocasiones que no me gusta encontrarme los platos con comida reseca allí, que me da asco. Le he pedido lo más amablemente que sé que no lo haga, pero con frecuencia lo hace de todos modos. Piensa que es una tontería y que estoy actuando compulsivamente, y cuando va con prisas simplemente  deja los platos de los gatos en remojo en el fregadero.
Mi descubrimiento de los platos de los gatos en el fregadero puede terminar en una acalorada discusión, en gran parte porque me siento enfadado y herido y, ante todo, porque tengo la impresión de que mi enfado y mi dolor están justificados, porque sé que yo tengo la razón. ¡Los platos de los gatos no deberían estar en el fregadero!. Pero cuando lo están el proceso de construcción del yo llega a ser muy intenso en mi.
Recientemente he advertido que esta situación no me saca tanto de quicio. No es que haya hecho nada concreto para intentar cambiar mi forma de relacionarme con ello. Sigo sintiendo lo mismo en relación a que los platos de los gatos estén en el fregadero, pero, de algún modo, también veo toda la situación de un modo distinto, con una mayor conciencia y con mucho más sentido del humor. Ahora cuando ocurre, y sigue ocurriendo con una frecuencia irritante, tomo conciencia de mi reacción en el mismo instante en que tiene lugar y puedo mirarla. “Esto es lo que hay”, me recuerdo a mi mismo.
Observo el enfado mientras empieza a emerger en mi. Resulta que va precedido de una leve sensación de repugnancia. A continuación noto como despierta en mi la sensación de haber sido traicionado, que ya no es tan leve. Algún miembro de mi familia no ha respetado mi petición, y yo me lo estoy tomando de manera muy personal. Después de todo, el resto de la familia debería tener en cuenta mis sentimientos, ¿no es así?.
He aceptado el reto de experimentar con las reacciones que tengo ante el fregadero de la cocina observándolas con gran detalle y sin permitir que determinen mis acciones.  Puedo dar fe de que la sensación inicial de repugnancia no es, ni mucho menos, tan mala; si permanezco con ella, respiro con ella y simplemente me permito sentirla, en realidad desaparece en un par de segundos. También he notado que es la sensación de traición, de que hayan frustrado mis deseos, la que me pone furioso, mucho más que lo platos de los gatos en sí. Así pues, descubro que en realidad no son los platos en sí el origen de mi enfado. Lo cual es muy distinto de los platos de los gatos. ¡Ajá!.
Entonces recuerdo que mi mujer y mis hijos ven todo esto de forma muy diferente. Piensan que estoy haciendo una montaña de un grano de arena. Y, si bien intentan respetar mis deseos cuando los consideran razonables, en otros momentos no les parecen razonables y simplemente hacen las cosas a su manera, quizás incluso sin pensar en mí lo más mínimo.
Así pues, he dejado de tomármelo de forma personal. Cuando realmente no quiero que los platos de los gatos estén en el fregadero, me remango y los limpio en ese preciso momento. Si  no, simplemente los dejo allí y me voy. Ya no tenemos peleas en relación a esto. De hecho, ahora siempre que me encuentro con esos desagradables objetos en el fregadero, me sonrío. Después de todo, me ha enseñando mucho.
Propuesta: Intente observar sus reacciones en situaciones que le irritan o que le hacen enfadar. Note que el mero hecho de decir que algo le hace enfadar implica ceder su poder a los demás. Tales situaciones son oportunidades excelentes para experimentar con la atención plena. Considere con la  atención plena una olla donde puede meter todos sus sentimientos y emociones y permanecer con ellos. Permita que se cocinen a fuego lento y recuérdese a sí mismo que no tiene que hacer nada con ellos de inmediato, que por el mero hecho de contenerlos en la olla de la atención plena estarán más cocinados y resultarán más fáciles de digerir y comprender.
Observe como sus sentimientos y emociones  son creaciones de la visión que su mente tiene de las cosas; tal vez esta visión sea parcial. ¿Puede permitir que esta situación sea tal cual es sin querer tener la razón  o dejar de tenerla?. ¿Tienen la paciencia y el valor suficientes como para explorar con el hecho de poner emociones cada vez más intensas en la olla, sostenerlas y permitir que se cocinen en lugar de proyectarlas hacia el exterior  y obligar al mundo a se como usted quiere que sea en este instante?. ¿Puede ver que esta práctica podría brindarle nuevas oportunidades para conocerse mejor y para liberarse de puntos de vista muy limitadores, viejos y trillados? "

Estas lineas de que Jon Kabat me recuerdan a una situación " un poco conflictiva" con un compañero de trabajo. Al llegar por las mañanas abre todas las ventanas del vestuario, incluso en pleno invierno. Cuando acaba de vestirse y se marcha a su puesto de trabajo, deja las ventanas abiertas por lo que los demás pasamos frio. Le he dicho muchas veces que está bien que ventile, un poco, pero que luego cierre las ventanas. No me hace caso y hemos tenido alguna pequeña discusión. Cuando se va cierro todas las ventanas, acordándome de él de manera "poco amable". Incluso me he "erigido" como "cabecilla" de mis compañeros que me dan la razón pero ellos no se atreven a decírselo pero  pasamos un buen rato quejándonos. Me he dado cuenta, de que poco me importaba el frió, por que incluso en días buenos me irritaba ver las ventanas abiertas; sin ni siquiera reparar en quien las había abierto. Mi Ego se sentía herido por no conseguir lo que deseaba: imponer mi posición, sea la que sea sobre el otro...¡ No se estaba haciendo lo que yo quería !
Desde hace poco, he comenzado a ver las cosas de manera diferente y he cambiado mi forma de pensar. Simplemente estoy atento, pero de manera relajada, a cuando se marcha para cerrar las ventanas. Creo que el piensa que es importante renovar el aire para mantener un centro de trabajo con tantas personas conviviendo de manera saludable. Siento que he establecido una relación peculiar con esta persona que de otra manera  me habría pasado desapercibida; me ha obligado a asumir una "labor social" : cerrar las ventanas para no desperdiciar calefacción ( que antes no me importaba) mientras él ventila para mantener la higiene. Colaboramos en una "misma misión" mantener el "bienestar" del grupo...visto así, la situación ha pasado de enfadarme a divertirme...no sé quien tiene la razón, ni siquiera si debe tenerla alguien...lo que me interesa es lo mucho que la situación me ha enseñado y que que ahora me siento mucho mejor.

Lipe

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